Hace un par de días me preguntaron: “¿cómo te proyectas en los próximos 5 años?”. Esto fue en el contexto de una reunión formal, donde previamente supuse debía mostrar la faceta más profesional de quién escribe. Sin embargo, a pesar de dicha previsión, mi primer reflejo fue reír. Luego, en medio segundo reflexioné y solo dije algo así: “lo único cierto que tengo, es que mas tarde tomaré once con mis hijos y mi mujer”. Plop!, ni yo creí lo que salía de mi boca.
Luego les expliqué a mis contrapartes, que desde la muerte de mis viejos en plena pandemia (por enfermedades propias y no por el virus) ya no pienso mucho en lo que vendrá. Eso sumado a los 51 años que ya monto, me permite mirar todo con la calma de quién se ha equivocado, resistido los embates de las propias decisiones y algunas veces triunfado. Es que ese cabro que fui en mis veinte lleno de arrogancia y juventud insolente, con el tiempo se abrigó en el cuerpo de un hombre que aprecia el hoy, el desayuno con un café fuerte y el beso de seis segundos que doy a mi mujer cada mañana.
Mostrarse como uno es, en la mayor parte de los casos es un deporte de alto riesgo. Primero porque depende de conocerse a sí mismo, cuánto uno calza y si esa medida de pie dará con los zapatos que te ofrecen para caminar. Quiero decir, que no todo es para uno, que la mayor parte de las veces crees que eres a toda prueba y para todo combate; pero lo verdadero es que no.
Yo creo firmemente que solo eres el chófer de un automóvil. Una vez pensé que no importaba el auto, sino el chófer; qué pelotudo, jamás podría manejar bien un Ferrari. Tengo el mismo auto desde hace más de una década, me gustó en cuanto lo vi en la concesionaria; sus líneas me parecieron hermosas y simples. Era el automóvil que me podía comprar luego de separarme de mi mujer, era mi acción de autonomía y de poder sobre mí mismo luego del dolor de reconocer mi propio error. Con los años lo manejo con mas gracia creo yo, conozco sus tiempos y sus sonidos, sé por qué no va a pasar la revisión técnica y no me importa mucho; pues le doy los cuidados adecuados para que el rechazo no sea por un tema grave y lo pueda llevar al re-chequeo con el detalle solucionado sin mayor contratiempo. Quiero conservar mi auto y enterrarlo en mi patio cuando ya no dé mas; pero, en realidad quisiera que uno de mis hijos lo maneje si no puedo yo de más mayor. Seguro que seguirá funcionando sin mayor problema.
Con los años mi mujer y yo volvimos a estar juntos y a refundar nuestro hogar. Tenemos un adolescente y un pre-púber. Ellos ocupan nuestros momentos más felices y los más complejos también. Raya para la suma, soy un adulto funcional. Si no puedo algo, te lo diré, si puedo hacerlo lo haré sin mayor aspaviento; no sé de auto-publicitarme, no me quedó nunca. Sin embargo, acá estoy escribiendo esto que bien pareciera ser un spot de mí mismo. Sin embargo, solo lo hago para transmitir mi preocupación por saber quién eres.
Yo me conozco, aunque siga en algunos casos intentando editarme en lo público; pero son las menos de las veces gracias al camino hecho. Mis pocos amigos me conocen. A uno de ellos no lo vi por más de 13 años, nos citamos un día, nos vimos, nos reconocimos y el abrazo fue total; no hubo necesidad de hablar de lo que pasó entremedio, seguimos la conversación donde la habíamos dejado años atrás.
Mantente despierto, sueña un poco, no mucho. Aprecia tu café y agradece lo que tienes. El resto es música.
Salú!
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